Al experimentar un duelo son muchos los sentimientos que pueden encontrarse, y es en ese momento en el que el apoyo y la compañía juegan un papel importante; la primera ayuda básica que podemos proporcionar a alguien que está en duelo es ofrecerle nuestro interés y nuestra apertura a la comunicación, para que sienta empatía y confianza y logre dejar fluir sus emociones.
Es importante ser conscientes de que nada de lo que podamos decir va a aliviar instantáneamente el dolor de la persona, pero si podemos contribuir a mejorar su estado anímico generando un proceso de calma, a través ciertas acciones tales como:
1. Escuchar realmente a alguien que está sufriendo, estar a su lado de forma auténtica, con cariño y cuidado, es una ayuda fundamental y de gran valor.
2. Si no se sabes qué decir, es mejor no decir nada.
3. Reconforta más un acompañamiento en silencio o una mano en el hombro, que una frase de cajón. -Hacerlo con cuidado, discreción, siendo oportuno-
4. La incomodidad nos mueve a recurrir a expresiones que no ayudan para nada: “Tienes que olvidar”, «Mejor así, dejó de sufrir”, «El tiempo todo lo cura», “Mantente fuerte por los niños”, «Es la voluntad de Dios», «Es ley de vida»… o estar levantando el ánimo.
5. Lo que más necesitan al principio es hablar y llorar. No decirle que tiene que sobreponerse, ya lo hará a su tiempo. Dejar que se desahogue.
6. Estás equivocad@ si piensas que verle o dejarle llorar y emocionarse, no sirve más que para añadir más dolor al dolor.
7. Estás equivocad@ si crees que ayudar a alguien que sufre es distraerle de su dolor.
8. No temas tú mismo llorar o emocionarte. No hay nada malo en mostrar tu pena, en mostrar que a ti también te afecta lo que ha pasado, en mostrar que te duele ver a la familia en esa situación.